Colosal e inmortal, tal como debió ser siempre.
Godzilla, el kaiju que reina en nuestro mundo, vuelve a la pantalla grande y ésta vez, gracias al país que lo vio nacer, Japón.
Con un presupuesto limitado pero con ganas de hacer un gran trabajo, Takashi Yamazaki logra traer una historia que encantará a todos, tanto por el desarrollo de su protagonista, como la historia de sus secundarios que conmueven al público.
Shikishima, un piloto aviador que había sido reclutado para el escuadrón kamikaze, tiene un primer encuentro con el kaiju cuando decide vivir en lugar de cumplir con el cometido al que estaba inscrito, desertando del ejército y escondiendo su vergüenza por dicho acto. En ese primer encuentro, se da cuenta de lo peligroso que es tratar de enfrentarse a nuestro monstruo rey.
Años más tarde, Shikishima había encontrado lo que podía llamar familia, de la cual tuvo que separarse cuendo fue convocado para lidiar con un monstruo que acechaba las costas japonesas. Al ver las señales, se da cuenta de que se trataba nuevamente del llamado Godzilla y que sería casi imposible eliminarlo.
Godzilla es detenido momentáneamente por mera suerte pero la bestia estaba enfurecida y descargaría esa ira contra los humanos, los cuales nunca tuvieron una oportunidad.
Los japoneses comienzan a tomar medidas contra Godzilla, sabiendo el peligro que eso significa. Planeando y agarrando valor de donde no se imaginaban, solamente para proteger su país y sus familias, comienzan el contraataque.
La película es una producción de bajo presupuesto y, en algunas escenas se percibe completamente; sin embargo, es una gran película que asemeja aquellas viejas producciones del monstruo japonés por la forma en que se ingenia el engrandecer esos efectos de estallidos y desyrucción sin el acceso a grandes efectos modernos, lo que le atribuye un valor extra a una entrega ya, de por si, muy buena.
Trailer oficial
Póster oficial
